Desde comienzos de la historia, los burros han sido utilizados para trasladar cargas, tirar de carros y transportar personas. A pesar
de no ser tan rápidos y fuertes como los caballos, su mantenimiento es
menos costoso, tienen una gran resistencia y una larga vida y son más
ágiles en terrenos abruptos e irregulares que los caballos.
Es dificil forzarlo a hacer algo que contradiga sus propios intereses, por eso su larga reputación de terquedad. Son animales
inteligentes, cautelosos, amistosos, juguetones e interesados en
aprender. Una vez que se haya ganado su confianza pueden ser buenos
compañeros en trabajo y recreación; por esta razón ahora son comúnmente
conservados como mascotas en algunos países, en donde su uso como
animales de carga ha desaparecido.
Con la aparición de la maquinaria agrícola y los medios de transporte
modernos los burros empezaron a usarse cada vez menos desde comienzos
del siglo XX.
Hay países que la población se ha reducido en gran medida,
por diversas causas.
Las varias razas autóctonas españolas se encuentran en peligro de
extinción, y esto ha
propiciado la aparición de iniciativas para su defensa.